01 noviembre 2007

Viaje a USA. 19 de agosto: Zion National Park y llegada a Las Vegas

Cuarto día consecutivo "en la carretera". Eso pienso cuando me levanto de la cama en Page, que tengo que coger el coche y hacer otras 120 millas hasta el parque de Zion. Menos mal que esta noche llego a Las Vegas y ahí espero soltar el Ford durante un par de días.

El parque nacional de Zion es mucho menos conocido que el Gran Cañón o Monument Valley. No había oído hablar de él antes de preparar el viaje, pero buscando en internet las impresiones de los viajeros eran muy buenas, y cogía casi de paso en mi itinerario, por lo que decidí dedicar el día a visitarlo.
Entro en el parque por el este, para lo cual hay que subir un puerto de montaña importante. En la cima está la entrada al parque ($25 más para el National Park Service) y se baja hacia el parque por una serpenteante y preciosa carretera roja, entre unas impresionante montañas de piedra arenisca.

Una vez abajo se deja el coche en el parking, y el recorrido por el parque se realiza en los autobuses ("shuttle") gratuitos. El recorrido sigue el recorrido de un cañón formado por un río; a mí me recuerda al Cañón del Rio Lobos en Soria, pero a escala americana, es decir, a lo bestia.

A medida que se avanza aguas arriba por el cañón, este se estrecha y las paredes de roca son más altas y verticales. El shuttle llega hasta cierto punto, a partir del cual hay que seguir andando por un camino. Y el camino se sigue estrechando progresivamente hasta que se acaba, y si quieres seguir hay que vadear el río y luego remontarlo cual salmón en época de apareamiento.

Maldije mil veces haberme dejado las sandalias en el coche. Me tuve que meter en el río con mis flamantes zapatillas de monte, temiendo que se estropearan. Otra opción era no avanzar... pero entonces es cuando piensas, ¿he llegado hasta aquí para volverme sin llegar más arriba?

Además todo el mundo se animaba a remontar el río, desafiando la corriente y en ocasiones metiéndose hasta medio cuerpo en el agua, personas mayores y niños incluidos. Estos americanos están un poco locos (aquí veo más turistas locales que europeos, al revés que los dos días anteriores). La segunda foto corresponde al punto del cañón más algo al que llego, fijaos en el tamaño de la pared de roca en relación con las personitas que salen abajo.

A la vuelta paro en un punto intermedio donde hay un área de descanso y me como una ración de pizza americana y una limonada. Me sabe a gloria, después de tanto caminar y remontar ríos. El entorno es precioso: el contraste del río, el verde de la vegetación, y el rojo de las montañas. También se ven bichos: muchas ardillas (a estas alturas estoy harto de verlas) y un grupo de "venados".

La tercera foto es de "Los tres patriarcas", tres moles de roca que se levantan a un lado del cañón.


Al caer la tarde, emprendo el camino hacia Las Vegas. La mayor parte del viaje es en autopista, pero vaya autopista. Se atraviesan unas montañas por las que la carretera hace unas curvas muy peligrosas, sobre todo porque el viento es muy fuerte y entra a rachas entre las montañas. Los camiones van dando tumbos de carril a carril. Evidentemente no hay fotos de esos momentos, bastante tenía con mantener el coche sobre el asfalto.

Según se acerca uno a Las Vegas el paisaje vuelve a cambiar y a hacerse cada vez más desértico, y la temperatura aumenta hasta hacerse sofocante.

Al anochecer llego a Las Vegas, directo al hotel gracias al maravilloso TomTom. Aquí mucho que contar desde ese día, pero mejor lo dejo para el siguiente post.

En definitiva, Zion me parece muy recomendable. No es una visita obligada como el Gran Cañón o Monument Valley, pero merece la pena pasar un día allí.